miércoles, 28 de septiembre de 2011

Y la suerte se la dejo al Destino.

Creer en ello puede ser bueno y no tan bueno. Puede servir de consuelo cuando nos cuesta asimilar o dar explicación a un suceso. Pero también puede desposeernos por completo de toda voluntad, pues nos exime de responsabilidad. Si todo sale a pedir de boca, entonces el empeño por conseguirlo habrá sido inútil por que lo que fuera tenía que pasar de todas formas, con o sin nuestra intervención. Ella trataba de decidir su tenía más fe en si misma que en el Destino.

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