martes, 6 de diciembre de 2011

Me callo porque es más cómodo engañarse. Me callo porque ha ganado la razón al corazón. Hoy me gustaría poder gritarle al mundo que soy feliz, que he dejado lo malo atrás y que ya nada podrá borrarme la sonrisa. Pero el problema es que ahora mi sonrisa y mi felicidad tienen nombre y apellidos. Lo peor es que soy adicta a tus besos. Tu mirada es mi heroína y tu piel es mi perdición. Una noche más sentada frente a la ventana, y me pregunto, ¿por qué?
Me miro en el espejo, que parece esconder algo mágico, criticando sus defectos de los que un día yo me enamoré.
Quiero que pare el tiempo, que acabe todo de una vez.
Quizás no valga la pena torturarse. Dentro de unas décadas ya no estaremos aquí. A lo mejor la respuesta es seguir adelante y dejar el pasado pisado.

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